viernes, 23 de diciembre de 2011

El equilibrio emocional navideño



Nuestra vida está sujeta a un continuo proceso de ajuste entre lo que uno siente y lo que sucede ahí fuera. Las vacaciones navideñas son un caldo de cultivo idóneo para que se produzcan grandes contrastes entre el paisaje de dentro –a la nostalgia, tristeza o estrés se añade este año preocupación por el futuro– y el de fuera: alegría, alegría, alegría, como dice el villancico.

¿Cómo lidiar con ello? Quizá conozcas el relato del país donde todo el mundo andaba descalzo:

Un día, la reina se cortó el pie al caminar sobre un terreno rocoso. Molesta, congregó a sus ministros y ordenó que todas sus tierras se cubriesen con cuero. Un ministro sabio se levantó y sugirió una idea más sencilla. “En vez de cubrir el reino con cuero, más bien cubramos las plantas de los pies de todos los habitantes”. A la reina le pareció buena idea, y de ahí el origen de los zapatos.

Suena absurdo alfombrar todo un país para proteger los pies de sus habitantes. Y sin embargo, , mucha gente exige–internamente, al menos– que la presión ambiente, por así decir, sea equivalente a la suya propia, la interna.

En Navidad muchas veces sentimos ganas de no ver a nadie, de no ir de visita a ver a ese familiar que nunca vemos en todo el año, de no estar feliz por imposición, de tener un momento de paz interior. Que levante la mano quien no haya deseado, al menos alguna vez, otros familiares, otro menú navideño, otros regalos, otra programación televisiva en Nochevieja. Hay, incluso, a quien le gustaría que erradicasen la fiesta de la faz de la tierra, pero ese no es nuestro caso.

He aquí algunos trucos para adaptar la presión interna a lo que ocurre ahí fuera para intentar de equilibrarnos:

1. Analiza tus expectativas

Como diría Woody Allen, la familia es la fuente de todas las neurosis. Tu sistema nervioso se formó ahí dentro, en el seno de la familia, y por eso durante esas reuniones familiares suelen aparecer diferentes versiones de ti mismo –como adulto, niño o adolescente– que se entrelazan entre sí de formas no del todo coherentes. Si la idea de fallecer por combustión espontánea no te seduce, recomendamos “experimentar lo que sea que te esté ocurriendo sin imponer grandes demandas sobre ti mismo o los demás”.

2. Acepta lo que sientes

Una de las principales presiones que nos creamos a nosotros mismos se produce cuando nos exigimos sentir lo que nuestras familias quieren que sintamos, o lo que creemos que deberíamos estar experimentando: el famoso –y temido– espíritu navideño. “Trata de confiar en que lo que tenga que suceder sucederá, y lidia con ello lo mejor que puedas.Pero permitiendo, no suprimiendo”.

3. Reconoce que el estrés es a las Navidades lo que el frío a la nieve

Y en particular las fiestas de este año, que aparecen envueltas en primas de riesgo y una crisis galopante. Un contexto que no se presta a celebrar tirando manteca al techo.“Las expectativas siempre crean presión”, permitir a las navidades que sean estresantes, cuando realmente lo son, paradójicamente libera más energía que tratar de estar permanentemente tratando de vivir esa falsa alegría.

4. Tómate tiempo para ti mismo

Una vez en la dinámica de seguir el guión, que en muchas familias significa estar pegados a todas horas, puede que parezca que no hay sitio para tu “yo adulto y autónomo”, en una versión ampliada y persistente del “come más, hijo-a, que estás muy flaco-a”. Niega ese cucharón extra de sopa a tu suegra. Vete al cine o a dar un paseo. Al aceptar tus propias necesidades, volverás a la comunidad más fresco y más dispuesto a integrarte.

5. No te atiborres (a menos que realmente quieras)

Que sean fiestas no tiene por qué significar carta blanca para todo. Quizá puedas ser algo más indulgente, pero ten en cuenta que, si bebes o comes de más, te sentirás peor. La ansiedad de estas fechas no se calma comiendo, ni se obtiene más felicidad por beber más. Los excesos luego cuestan más equilibrarlos.

6. Navidades en crisis

Estas navidades pueden ser muy duras para quienes están sufriendo la crisis de forma directa. El peligro de sucumbir al desánimo es grande. Conviene tener presente, que las depresiones no se producen a causa de circunstancias externas, sino por la manera en que interpretamos esas circunstancias.

Es posible utilizar la crisis como una oportunidad para mejorar tu capacidad de autocontrol y trabajo interno, aun cuando sientas que nunca habrías elegido estar en estas condiciones. Si no puedo tomar control sobre cosas como trabajo o dinero, puedo hacerme mejor a la hora de escoger mis pensamientos, y mis habilidades básicas para orientar mi vida con confianza

7. Permite que las vacaciones se integren en tu vida, no tu vida en las vacaciones

A modo de resumen: no trates las fiestas como un mundo separado de tu vida, sino como una fase más, con sus pros y sus contras. Las expectativas crean presión, y la presión es ese diferencial entre lo que tú eres y el mundo es. Si tratas a las vacaciones como una parte más de tu vida, la presión se reduce y puedes disfrutarlas por lo que son, en lugar de lo que deberían ser.

No desesperes si ves que los demás disfrutan y tu no llegas a ese grado, cada cual tiene una manera muy especial de exteriorizar sus emociones, tu solo intenta que la tristeza no anide en ti, busca como ahuyentarla y espantarla de tu interior, y recurre a tu inteligencia emocional para poder rescatar de ti esa parte de niño-a que aun guardas y que tan feliz te hacia siempre por estas fechas.

Algunos dicen que “la Navidad es Magia”, ¿por qué no hacer de esa magia 365 días al año, y que cualquier día sea Navidad?. Solo depende de ti que lo veas y lo sientas así.

1 comentario:

  1. Creo que son unos consejos excelentes. Cuántos de nosotros nos habremos sentido bajo presión en Navidades, hasta llegar a maldecirlas. No son un momento diferente de nuestra vida, son uno más: uno más a vivir y en el que estar presente.
    Animo a todo el mundo, a vivir cada instante sin pensar en instantes pasados ni futuros, sólo ese en el que están en cada segundo.

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