jueves, 24 de mayo de 2012

Parto natural, parto consciente

Lucía Zuloaga (@luzuloaga)

“Para cambiar el mundo, antes debemos cambiar la forma de nacer” Michel Odent


Foto de Jara Gutiérrez
Todas las mujeres contamos con la capacidad de “Dar a Luz”, es algo innato, que responde simplemente a la naturaleza. En la sociedad actual se está desnaturalizando este proceso convirtiéndolo en un acto totalmente medicalizado.
Nuestro cuerpo tiene todo lo que necesita para parir, el problema es cuando el entorno no es propicio.


Hay, entre otras muchas, dos hormonas muy importantes que afectan en el proceso del parto:
Oxitocina, la hormona del amor, ayuda a la dilatación y provoca contracciones haciendo descender al bebé. También es fundamental en el vínculo madre e hijo y a la hora de la lactancia.
Endorfinas, en situaciones de dolor esta hormona actúa como analgésico, induciendo placer y euforia, tiene una estructura similar a la morfina. Los altos niveles de endorfinas alteran el estado de consciencia de las madres.

En el parto, si la mujer está a alerta sus niveles de adrenalina se disparan (aparece en situaciones de miedo o estrés), esto puede darse porque la mujer se sienta observada, haya excesivos ruidos y luces que la incomoden. Como consecuencia se inhibe la oxitocina y las endorfinas por lo que se ralentiza el parto y aumenta el dolor. Por ello a la hora de dar a luz la mujer necesita un ambiente agradable, estar tranquilasegura y sin prisas. Entonces ambos, madre e hijo, podrán llevar a cabo este proceso cuando estén preparados.

Suele pasar que al llegar al hospital la madre, al verse en un entorno poco acogedor, segrega adrenalina y el proceso se paraliza. Para reanudarlo normalmente se le inyecta oxitocina sintética, esto hace que comience a dilatar pero el cuerpo no tiene tiempo de segregar el resto de hormonas que necesita y el dolor se agudiza, ahí es donde aparece la necesidad de anestesia. La anestesia hace que la madre deje de sentir, y la epidural en concreto reduce la movilidad, esto hará más difícil la implicación de la madre y propiciará el uso de forceps y otros instrumentos. Además, al dejar de sentir, se produce una desconexión con el bebe y esto hará más difícil el vínculo entre ellos.

Por suerte, cada vez tenemos más información sobre el parto y todo lo que le rodea, esto hace que poco a poco vayan cambiando las cosas y retrocedamos en esta excesiva medicalización. Tenemos que decidir cómo queremos parir ya que el la forma de nacer de nuestro bebe le afectará toda la vida.

La mujer necesita intimidad, elegir a quien la rodea, un espacio confortable, poder moverse según sus necesidades y dejarse llevar por sus instintos. Cuantas menos intervenciones se den en un parto (siempre que la vida de alguno de ellos no corra peligro) más fácil y gratificante será tanto para la madre como para el bebé que necesita la más dulce de las bienvenidas.

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