miércoles, 18 de julio de 2012

La importancia del vínculo

Por Sara Justo, maestra


Hace muchos años, cuando decidí dedicarme a la enseñanza, tuve una experiencia única, que condicionaría toda mi práctica educativa. Me fui a trabajar a Inglaterra como maestra interina de una residencia de niños con autismo profundo. Lo que más llama la atención en este entorno es la necesidad urgente de encontrar un sistema de comunicación, ya sea verbal, gestual o pictórico para conectar con los niños, pues sin un medio de comunicación es totalmente imposible saber qué necesitan, ni ellos pueden comprender qué te propones cuando te acercas a ellos.

¿Y cuál es el requisito fundamental para desarrollar un sistema de comunicación? Tener ganas de comunicarse, que ambas partes deseen hacer llegar al otro lado algún tipo de mensaje. Si no percibo que hay alguien al otro lado, ¿para qué voy a comunicarme?

Al principio, yo no tenía ni idea de cómo conseguir eso… ¿cómo lograr que sepan que estoy aquí  y que quiero ayudarles? La frustración llenaba mis días, así que dejé de intentar cosas que no funcionaban y me puse a observar a los niños, para conocerlos mejor. Empecé a ver qué cosas les hacían reír, cuándo se ponían nerviosos o se asustaban, qué experiencias o movimientos repetían a menudo… Y un buen día, mientras estaba con uno de estos niños, que realizaba repetidamente un movimiento concreto, me puse a imitarlo. Durante un rato, fue como si el tiempo se detuviese, y de repente, me miró a los ojos. Fue una mirada fugaz, pero fue el inicio de un vínculo. Me había visto, en mi humilde opinión, porque yo había empezado a verlo a él.

Esto me enseñó que la creación de un vínculo verdadero entre el maestro y el alumno es una base magnífica e imprescindible para las experiencias educativas.

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